miércoles, 26 de enero de 2011

Aterrizar.

Yo siempre he sido una de esas personas que piensan que la felicidad completa, aquella que dura días, semanas, meses… no existe. Esa felicidad que está presente en nosotros durante las 24 horas del día, los 1440 minutos y los 86400 segundos que lo componen. Esa felicidad que los más ilusos creen tener y los más fanfarrones dicen gozar.
Pude comprobarlo ayer. En un momento de esos, donde la vida no puede ser más agradecida, y las sonrisas, de vez en cuando, aparecen en tu rostro, emergen, de las más profundidades, los recuerdos. Solo hace falta una palabra de alguien, un simple perfume, un simple comentario en una red social o un cruce de miradas, memorizar una matrícula y saber que tu respiración se va a ralentizar hasta que intentes darte cuenta, que en tus brazos a aparcado una nueva vida donde otra se fue, porque hay personas que ni se despiden, porque hay personas que ni se percatan de la ausencia del pulso.
¿Por qué cuando salimos con alguien cualquier factor altera nuestro comportamiento? Cualquier palabra, cualquier gesto, por insignificante que sea, en un amigo lo pasaríamos por alto, pero en ese momento, nuestros sensores se activan e intentamos buscarle el doble significado, consecuentemente nuestro sistema nervioso se activa estrepitosamente y nuestra tensión es máxima.
Además, al salir con alguien, ¿cuánta gente se implica emocionalmente? Y esta es una pregunta que dejo abierta, para que cada uno la piense para sí mismo.

sábado, 8 de enero de 2011

¿Primera citas o últimas?

¿Son las primeras citas como las entrevistas de trabajo, a las cuáles acudes después de un largo tiempo intentando mejorar tu imagen y lo único que conseguimos es estar más a disgusto con nosotros mimos que si terminásemos de correr una maratón? ¿Por qué los nervios son los mismos en ambos casos y cada palabra que articulamos es moderada anteriormente por nuestro celebro y no podemos demostrar cierta carisma y encanto que podemos poseer? Pero si el transcurso de la cita es relajado y parece tener un resultado positivo, ¿Por qué en el momento en que llegamos a casa y cerramos la puerta a nuestras espaldas nuestra cabeza empieza a girar 360º consecutivamente?
En el momento en que se concede una segunda cita, la seguridad se asienta en nuestra mente, y nuestro comportamiento empieza a ser el habitual, pero, ¿es este cambio tan drástico un bien para una futura relación u amistad? ¿Demostramos ser quien somos o quien éramos? Y llegado ese punto, ¿debemos empezar a contar nuestras vidas y que correteen por el mundo entero o esperar tiempo y quizás continuar perdiéndolo a la vez?