Estamos a unas seis horitas de empezar el año, y por primera vez, no tengo hecha mi lista de propósitos. Siempre he redactado doce propósitos, uno por cada campanada. Hoy día 31 de diciembre, puedo admitir que no he cumplido ni siquiera uno de aquellos doce que a día de hoy me propuse.
Desde que recuerdo, tal día como hoy me ponía a recapacitar en todo lo bueno y lo malo que me había dejado ese año, todas las personas que habían entrado y salido de mi vida, recordaba todos los buenos y malos momentos que habían pasado durante el año y les dedicaba a todo el mundo parte de mis discursos, ya fuesen escritos o leídos. Este año, también lo dejo de hacer.
¿Y por qué? La vida es como los matrimonios la monotonía aburre, y si no intentamos innovar, nuestra ilusión se va a pique. El año pasado no fue uno de los mejores, así que con unos pocos cambios, quizás y solamente quizás, el 2011 venga cargado de emociones y grandes sorpresas.
Desde aquí, dar las gracias a todo aquel que ha hecho el 2010 más soportable, y desear a todo el mundo que empecéis el año de la mejor manera posible, y sobre todo, con una enorme sonrisa en vuestra cara.
¡Feliz año nuevo a todos!