Llevo semanas teniendo una clase de pesadillas, ya sea despierta o durmiendo... Por una vez en mi vida, en esa clase de imaginaciones no pienso en la ropa que me voy a poner para un entierro, no hay tiempo, la respiración entrecortada, el temblor en las manos, los ojos lagrimosos... pasan de ir del mundo imaginario al real.
¿Cómo nos afecta perder una amistad más allá de la vida diaria?
Nunca he estado 4 semanas sin articular palabra alguna con esa persona, ¿es quizás el miedo a saber que eso es definitivo? ¿Que mi fin con las amistades masculinas ha terminado casi sin haber empezado?
Tenia demasiado para escribir, pero otra vez esas imágenes vuelven a mi cabeza y de todas formas, esto solo es un paréntesis, no me gusta volver aquí con unas breves líneas escritas que realmente no definen nada...
jueves, 22 de septiembre de 2011
jueves, 28 de abril de 2011
miércoles, 26 de enero de 2011
Aterrizar.
Yo siempre he sido una de esas personas que piensan que la felicidad completa, aquella que dura días, semanas, meses… no existe. Esa felicidad que está presente en nosotros durante las 24 horas del día, los 1440 minutos y los 86400 segundos que lo componen. Esa felicidad que los más ilusos creen tener y los más fanfarrones dicen gozar.
Pude comprobarlo ayer. En un momento de esos, donde la vida no puede ser más agradecida, y las sonrisas, de vez en cuando, aparecen en tu rostro, emergen, de las más profundidades, los recuerdos. Solo hace falta una palabra de alguien, un simple perfume, un simple comentario en una red social o un cruce de miradas, memorizar una matrícula y saber que tu respiración se va a ralentizar hasta que intentes darte cuenta, que en tus brazos a aparcado una nueva vida donde otra se fue, porque hay personas que ni se despiden, porque hay personas que ni se percatan de la ausencia del pulso.
¿Por qué cuando salimos con alguien cualquier factor altera nuestro comportamiento? Cualquier palabra, cualquier gesto, por insignificante que sea, en un amigo lo pasaríamos por alto, pero en ese momento, nuestros sensores se activan e intentamos buscarle el doble significado, consecuentemente nuestro sistema nervioso se activa estrepitosamente y nuestra tensión es máxima.
Además, al salir con alguien, ¿cuánta gente se implica emocionalmente? Y esta es una pregunta que dejo abierta, para que cada uno la piense para sí mismo.
sábado, 8 de enero de 2011
¿Primera citas o últimas?
¿Son las primeras citas como las entrevistas de trabajo, a las cuáles acudes después de un largo tiempo intentando mejorar tu imagen y lo único que conseguimos es estar más a disgusto con nosotros mimos que si terminásemos de correr una maratón? ¿Por qué los nervios son los mismos en ambos casos y cada palabra que articulamos es moderada anteriormente por nuestro celebro y no podemos demostrar cierta carisma y encanto que podemos poseer? Pero si el transcurso de la cita es relajado y parece tener un resultado positivo, ¿Por qué en el momento en que llegamos a casa y cerramos la puerta a nuestras espaldas nuestra cabeza empieza a girar 360º consecutivamente?
En el momento en que se concede una segunda cita, la seguridad se asienta en nuestra mente, y nuestro comportamiento empieza a ser el habitual, pero, ¿es este cambio tan drástico un bien para una futura relación u amistad? ¿Demostramos ser quien somos o quien éramos? Y llegado ese punto, ¿debemos empezar a contar nuestras vidas y que correteen por el mundo entero o esperar tiempo y quizás continuar perdiéndolo a la vez?
viernes, 31 de diciembre de 2010
Bienvenido 2011.
Estamos a unas seis horitas de empezar el año, y por primera vez, no tengo hecha mi lista de propósitos. Siempre he redactado doce propósitos, uno por cada campanada. Hoy día 31 de diciembre, puedo admitir que no he cumplido ni siquiera uno de aquellos doce que a día de hoy me propuse.
Desde que recuerdo, tal día como hoy me ponía a recapacitar en todo lo bueno y lo malo que me había dejado ese año, todas las personas que habían entrado y salido de mi vida, recordaba todos los buenos y malos momentos que habían pasado durante el año y les dedicaba a todo el mundo parte de mis discursos, ya fuesen escritos o leídos. Este año, también lo dejo de hacer.
¿Y por qué? La vida es como los matrimonios la monotonía aburre, y si no intentamos innovar, nuestra ilusión se va a pique. El año pasado no fue uno de los mejores, así que con unos pocos cambios, quizás y solamente quizás, el 2011 venga cargado de emociones y grandes sorpresas.
Desde aquí, dar las gracias a todo aquel que ha hecho el 2010 más soportable, y desear a todo el mundo que empecéis el año de la mejor manera posible, y sobre todo, con una enorme sonrisa en vuestra cara.
¡Feliz año nuevo a todos!
lunes, 27 de diciembre de 2010
¿Cuándo la amistad debe terminar?
¿Por que la frase que más pronunciamos cuando terminamos una relación siempre tiene que ver con la amistad? ¿Realmente podemos ser amigos de nuestros ex? ¿O es solo la idea que queremos hacernos?
Desde el momento en que damos por finita una relación sin previo acuerdo, intuimos que eso jamás podrá convertirse en una amistad, ya que todo lo vivido siempre vendrá al recuerdo. Pero, ¿es sólo el miedo a aludir todos y cada uno de esos momentos o quizás es el hecho de tener miedo a que la otra persona rehaga su vida mientras nosotros nos ahoguemos en un mundo donde el amor no esté a nuestro alcance?
La afinidad que teniamos antes debemos guardarla (que no olvidarla) en un rincón, porque en el momento que queramos retomar el contacto o tengamos un encuentro fortuito, a uno de los dos le volverán a renacer los sentimientos, y escuchar como el otro, en la medida de lo posible, es feliz, va ha hacer que su abrigo de visón se convierta en un simple abrigo acrílico.
Pensamos que nos pertenecen, semanas, meses e incluso años después. Retomamos nuestras vidas, somos felices (o no), pero no conseguimos borrar la imagen de esos labios carnosos en los nuestros, de su perfume, de su exquisita voz... solo va ha hacer que el presente que estemos viviendo se nos ralentice y el pasado vuelva a nuestra memoria y perpetue durante un largo tiempo ahí, impidiendo que avancemos...
Pero nuestro pasado ha sido el que ha contruido nuestro presente, y nunca hay que mirar atrás ni arrepentirse de actos. No podemos terminar una relación con una buena amistad de la mano, pero no por ello hemos de abandonar ha esas personas en el olvido y cubrirlas de polvo y suciedad para que nunca vuelvan ha hacernos sonreir...
Desde el momento en que damos por finita una relación sin previo acuerdo, intuimos que eso jamás podrá convertirse en una amistad, ya que todo lo vivido siempre vendrá al recuerdo. Pero, ¿es sólo el miedo a aludir todos y cada uno de esos momentos o quizás es el hecho de tener miedo a que la otra persona rehaga su vida mientras nosotros nos ahoguemos en un mundo donde el amor no esté a nuestro alcance?
La afinidad que teniamos antes debemos guardarla (que no olvidarla) en un rincón, porque en el momento que queramos retomar el contacto o tengamos un encuentro fortuito, a uno de los dos le volverán a renacer los sentimientos, y escuchar como el otro, en la medida de lo posible, es feliz, va ha hacer que su abrigo de visón se convierta en un simple abrigo acrílico.
Pensamos que nos pertenecen, semanas, meses e incluso años después. Retomamos nuestras vidas, somos felices (o no), pero no conseguimos borrar la imagen de esos labios carnosos en los nuestros, de su perfume, de su exquisita voz... solo va ha hacer que el presente que estemos viviendo se nos ralentice y el pasado vuelva a nuestra memoria y perpetue durante un largo tiempo ahí, impidiendo que avancemos...
Pero nuestro pasado ha sido el que ha contruido nuestro presente, y nunca hay que mirar atrás ni arrepentirse de actos. No podemos terminar una relación con una buena amistad de la mano, pero no por ello hemos de abandonar ha esas personas en el olvido y cubrirlas de polvo y suciedad para que nunca vuelvan ha hacernos sonreir...
sábado, 18 de diciembre de 2010
¿Las palabras nos pertenecen?
Hace un par de días escuche esta frase en la radio. Y en ese insante, dejé de escuchar. Algo tan simple como esas cuatro palabras me habían hecho perder toda atención necesaria en otros quehaceres. Desde el momento en que nacemos y al perro le asignamos el nombre de "guau-guau" (a posteriori nos harán entender que los animales tienen un nombre común y no adquieren, como al principio pensábamos, el sonido que articulan) y nuestra família pasará los días inculcándonos quién recibe el nombre de "mamá, papá, abuela, etc.", desde ese momento, ya estamos siendo dueños de nuestras palabras, y toda voz que salga de entre nuestras cuerdas vocales, y consecuentemente, termine en un problema, lo deberemos afrontar nosotros, al igual que lo hemos ocasionado.
Pero, ¿por qué siempre las cosas relativamente importantes y las que posiblemente la humanidad tenga cierto interés en conocer (siempre que la curiosidad gane a la vagancia) nos las solemos callar y las atrocidades y sandeces que deberían quedarse almacenadas en nuestro interior consiguen ver la luz?
¿Salen las palabras según nuestro estado anímico? ¿O es según nuestra personalidad?
Esta vez creo que las dos cosas están relacionadas, nuestra personalidad influye en nuestras emociones, en nuestro humor, con nuestra paciencia... Es completamente posible que nuestras palabras fluyan según como nos encontremos y con quién, es decir, normalmente, controlaremos y revisaremos más el contexto de lo que digamos cuando hablemos con gente mayor o con niños pequeños, solo por educación o para su fácil comprensión. En momentos de ira, hablaremos sin pensar, gran error, pero lo haremos. En momentos indecisos, controlaremos nuestras palabras. Respecto a la primera pregunta, quizás si nos diesen 5 minutos en lo cuáles todo el mundo nos escuchase, no sabríamos que decir, en ese momento, toda inteligencia sería nula gracias a nuestros magníficos nervios, y diríamos alguna estupidez, la cuál conllevaría al desastre total. Así que por una vez, tengo conclusión, somos dueños de nuestras palabras y de todos nuestros actos.
P.D: El hecho de tener tres exámenes al día me ha imposibilitado actualizar, lo siento.
Pero, ¿por qué siempre las cosas relativamente importantes y las que posiblemente la humanidad tenga cierto interés en conocer (siempre que la curiosidad gane a la vagancia) nos las solemos callar y las atrocidades y sandeces que deberían quedarse almacenadas en nuestro interior consiguen ver la luz?
¿Salen las palabras según nuestro estado anímico? ¿O es según nuestra personalidad?
Esta vez creo que las dos cosas están relacionadas, nuestra personalidad influye en nuestras emociones, en nuestro humor, con nuestra paciencia... Es completamente posible que nuestras palabras fluyan según como nos encontremos y con quién, es decir, normalmente, controlaremos y revisaremos más el contexto de lo que digamos cuando hablemos con gente mayor o con niños pequeños, solo por educación o para su fácil comprensión. En momentos de ira, hablaremos sin pensar, gran error, pero lo haremos. En momentos indecisos, controlaremos nuestras palabras. Respecto a la primera pregunta, quizás si nos diesen 5 minutos en lo cuáles todo el mundo nos escuchase, no sabríamos que decir, en ese momento, toda inteligencia sería nula gracias a nuestros magníficos nervios, y diríamos alguna estupidez, la cuál conllevaría al desastre total. Así que por una vez, tengo conclusión, somos dueños de nuestras palabras y de todos nuestros actos.
P.D: El hecho de tener tres exámenes al día me ha imposibilitado actualizar, lo siento.
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